La deuda pública bruta bruta marcó a fines de julio un nuevo récord: escaló hasta el equivalente a USD 380.760 millones, es decir, creció en unos a USD 2.262 millones en el último mes (+0,6%) y en USD 17.537 millones respecto de los USD 363.223 millones a los que había cerrado el año anterior.
Aunque el Gobierno argentino tiene cerrado el mercado internacional para financiarse con bonos en dólares, las necesidades fiscales para hacerle frente al abultado déficit obligaron a la administración de Alberto Fernández a apelar al menú disponible de deuda en pesos. La incertidumbre que pesa sobre la economía hizo el resto. La mayoría de las colocaciones soberanas debieron efectuarse con bonos atados a la inflación y también a la evolución del tipo de cambio oficial.
Está claro que no está en los planes del Gobierno y del Banco Central un salto discreto del tipo de cambio. La principal amenaza es la espiralización de la inflación, ya estacionada por encima del 70% anual y con proyecciones hacia el 90% para los próximos doce meses. pero una segunda dificultad es la del alto costo de devaluar debido a la masa de pasivos que se acumulan mes a mes y que amenazan con crecer a un ritmo mayor si el dólar mayorista empieza a subir por encima de la tasa de inflación.
Fuente: Infobae.