Itatí Ibáñez, investigadora del Conicet, explicó que se utilizaron los camélidos debido a que «tienen anticuerpos especiales de los que se pueden obtener los nanoanticuerpos, que son pequeños y que no se encuentran en otros animales».
Este grupo de especialistas tomó la la información genética de las proteínas del coronavirus y la de la espícula del virus, conocida como proteína Spike y es la que forma su corona.
«Esa junto con un dominio, que es un pedacito más chiquito de esa proteína, las produjimos en el laboratorio y con eso inmunizamos a la llama, que no es lo mismo que infectarla con el virus», precisó Ibáñez.
Frente a este «estímulo» el sistema inmune de la llama detecta esa proteína, y a partir de allí empieza a producir los anticuerpos comunes a los humanos y unos más pequeños, los llamados nanoanticuerpos).
«Tras 5 inmunizaciones, y al observar una respuesta inmunológica elevada, tomamos 200 mililitros para obtener los linfocitos, que contienen toda la información genética de los anticuerpos de la llama», detalló la especialista y agregó: «Luego, los producimos de forma in vitro en el laboratorio y armamos una biblioteca de genes de nanoanticuerpos y seleccionamos aquellos que reconocen las proteínas del coronavirus».
Asimismo, afirmó que no todos los anticuerpos de la llama neutralizan el virus SARS CoV2 y, con conocimiento de esto, realizaron un «ensayo de neutralización», tras el cual obtuvieron «cerca de 60 nanoanticuerpos que se unen a la proteína del coronavirus y al menos 10 son neutralizantes».
«La fase preclínica está muy avanzada porque ya tenemos las moléculas neutralizantes y llegar hasta ese punto es complejo porque requiere mucho tiempo, pero nosotros unimos los equipos de Inta y Conicet y con nuestro know how lo realizamos en siete meses. En unas semanas enviaremos las pruebas a Estados Unidos, con la empresa Virginia Tech, para que realicen la fase en ratones», contó.
Esta fase tendrá una duración de tres meses, adelantó Viviana Parreño, coordinadora científica de Incuinta del INTA, y en caso de obtener resultados favorables indicó que se deben analizar «las estrategias públicas, privadas o mixtas que pueden escalar la producción y seleccionar el socio estratégico que apoyará el desarrollo».
«Luego hay que decidir si continuamos con la misma forma de fabricación o lo hacemos en levadura, para lo cual hay que realizar nuevas pruebas, porque la molécula tiene que estar hecha con el mismo sistema en la fase pre clínica como en el producto final».
Consultada sobre la diferencia entre este desarrollo y una vacuna, respondió: «Una vacuna despierta tu sistema inmune para que vos generes tus anticuerpos y eso tarda 15 días. Esta molécula ya tiene los anticuerpos, la dosis protectiva y si te lo doy hoy (en caso de obtener los resultados en fases posteriores) no te contagias hoy, se debe nebulizar todos los días para tener la inmunidad. Tal como los mamíferos, donde las madres pasan los anticuerpos a la cría a través de la leche».
Asimismo, afirmó que frente a una «estrategia epidemiológica de producir a gran escala» este avance nacional «podría utilizarse en todas las personas que tengan edad de trabajar y con bajo riesgo de sufrir una enfermedad severa».
«Le das la nebulización todos los días y al encontrarse con el virus tiene la infección atenuada, responde con su sistema inmune y queda protegido. Así, con millones de personas se realiza la profilaxis y el virus no tiene adónde ir y lo bloqueás, frenás la dispersión del brote», destacó y ejemplificó: «Esto es similar a los anticuerpos monoclonales que le dieron a (Donald) Trump, con lo que mejoró notablemente».
«Esto va a llegar a la par de la vacuna o después, pero puede utilizarse para inmunosuprimidos que se vacunan y no son sensibles, los tenés protegidos en una etapa que están muy vulnerables. Puede utilizarse como preventivo o con quienes ya están contagiados o incluso quienes están en terapia intensiva», apuntó el director de Incuinta, Andrés Wigdorovitz.