De esta manera lo indica un informe del Conicet que se ve reforzado por innumerables estudios hechos en otros países de Latinoamérica y por un documento de reciente aparición que alerta sobre los efectos en el largo plazo.
El abuso de alcohol es una de las principales causas de mortalidad prevenible y contribuye anualmente a aproximadamente 3 millones de muertes en todo el mundo. En algunas personas, el abuso de alcohol excesivo a largo plazo puede convertirse en un trastorno. Los especialistas comenzaron a alertar sobre los posibles efectos en la salud pública que el confinamiento puede implicar el creciente y continuado en el tiempo abuso de consumo de bebidas alcohólicas.
Los bloqueos en curso en muchos países son únicos y se sabe poco de los efectos del aislamiento crónico en la población general (con respecto a la salud y el bienestar) en estas circunstancias.
Según una encuesta realizada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el 45% de las personas bebió más alcohol durante este tiempo que antes del aislamiento. Un 44,85% de los encuestados dijo que aumentó su consumo de alcohol, un 33,89% que bebe lo mismo que antes y un 21,26%, que ahora toma menos», refiere el informe, que además revela que quienes «tomaron vino todos los días pasaron del 5% antes de la cuarentena, al 15%, y la cifra fue aún mayor entre la franja etaria entre 35 a 44 años.
“Entre los factores que los llevó a recurrir al vino, la cerveza u otras bebidas alcohólicas con mayor frecuencia, un 42% lo relacionó con tener más tiempo libre; un 33% con factores emocionales; un 29% con la falta de rutina o desorganización del tiempo y un 20% directamente, con el aburrimiento”, señala la investigación.
La primer copa
Un factor de riesgo para la aparición y el mantenimiento del abuso de alcohol y el trastorno por consumo de alcohol es el rasgo de impulsividad (es decir, la tendencia a tomar riesgos o actuar sin una adecuada previsión o reflexión). La impulsividad puede moderar el consumo de alcohol inducido por el estrés y también se asocia con la recaída en los adictos.
Por lo tanto, este período de aislamiento podría conducir a un aumento en el uso indebido de alcohol, recaídas y, potencialmente, el desarrollo de un trastorno por uso de alcohol en personas en riesgo, lo que ejerce una mayor presión sobre los servicios de adicción y drogas y alcohol, y el servicio de salud en general , durante y después de la pandemia.
“La mayoría de los gobiernos, respondieron a la pandemia de COVID-19 aconsejando al público que permanezca en el interior, evite el contacto social innecesario, se proteja a sí mismo y a los sistemas de atención médica y salve vidas. Sugerimos que, además de este importante consejo de salud pública, los gobiernos deberían dar advertencias de salud pública sobre el consumo excesivo de alcohol durante el aislamiento para proteger a las personas vulnerables”, indica James Clay, especialista que lidera el equipo que realizó el documento.
“Cuando hablan del cuidado de la salud en estos tiempos, hablan de la salud física y se olvidan de la mental, que es muy importante y se incluye dentro de la salud general de las personas. La ingesta de alcohol es una afectación a la salud de las personas”, indicó.
Las alertas, además del despegue puntual del consumo, se concentran en los efectos futuros, porque los especialistas coinciden en señalar que la práctica no se desacelerará cuando se retire el confinamiento, sino que se trata de patologías que se disparan y a las que se debe tratar para desarticular. Uno más de los tantos daños colaterales de la pandemia.