Anita es el nombre de la joven oriunda de Tunuyán, rindió el viernes la última materia de su carrera “comunicación social”. Ella trabaja en una FM, proyecta escribir su segundo libro y se comunica por un dispositivo especial.
Fue el viernes de la semana pasada, cuando Ana Clara Gómez, “Anita” conocida por todos, salió del aula del IES 9-015 de La Consulta, San Carlos, luego de haber rendido Práctica, la última materia de su tecnicatura superior en Comunicación Social, sintió que cosechaba otro gran logro en su vida.
Su diagnóstico general es parálisis cerebral, específicamente parálisis extrapiramidal de los núcleos de la base del cerebelo, ella en comunicación via whatsapp con “Los Andes” escribio “Mi cerebro funciona muy bien, pero la información que manda a mi cuerpo, al pasar por el cerebelo, distorsiona la información o directamente no llega, por eso no puedo hablar, caminar, mover bien mis miembros. Es como si tuviera un cable cortado que no permite llegar la información”.
En el transcurso de sus 24 años (nació el 5 de noviembre de 1996 y luego estuvo un mes internada) sorteó barreras de todo tipo pero jamás detuvo su lucha por salir adelante. Con una memoria prodigiosa y una redacción perfecta, haciéndole honor a su título, relató los pormenores de aquella mesa de examen que quedará grabada por siempre en su memoria.
“La mesa fue a las 15 y estaba muy nerviosa, hacía tiempo que venía preparándome porque solo me quedaba esa materia llamada Práctica, que tiene dos partes: una en el terreno y otra que exige, en base a ese trabajo, elaborar un proyecto de comunicación para una empresa simulada”, señala, todavía emocionada.
“Tenía el proyecto, el (trabajo armado en el programa) Power Point, los diálogos, todo preparado, nada improvisado. Estuve cómoda pese a los nervios”, evocó, para relatar la alegría enorme que significó celebrar el logro con sus seres queridos, sus padres Aldo y Alejandra; sus hermanos Bautista y Lucas; su compañera de la carrera Cintia y colegas de la radio.
VIVIR CON PARÁLISIS CEREBRAL
Nació en Tunuyán, se comunica a través de una computadora que transmite verbalmente lo que ella escribe. Además de trabajar desde hace tiempo como locutora en el programa “Con estilo propio”, de la FM Libertad, es autora de un libro autobiográfico presentado en 2017: Soy Ana Clara, en la que relata su lucha y el sostén que siempre fue su familia.
Tambien su fuerza de voluntad ha sido distinguida y premiada en reiteradas ocasiones. En 2015 por la Junior Chamber International y la Cámara Argentina de Comercio por sus logros, que le dio el pase para la instancia nacional de los premios TOYP 2015 en los que también recibió un galardón. En 2016 la joven fue distinguida por la Cámara de Diputados.
Conto sobre su ansiado futuro, después del estrés y la alegría del examen, que descansará un tiempo para volver a escribir, tal vez, otro libro. “Tengo la necesidad de analizar cómo hacer para tener una vida económicamente sustentable, trabajo en una radio pero necesito ampliar el horizonte”, comentó.
De su vida y sus proyectos, dijo que trata de llevarlos lo más normal posible. “Estudio, trabajo, me gusta divertirme, voy a mis terapias que representan una rutina y la paso muy bien. De verdad, me considero una persona normal pero con actividades diferentes, de hecho no todos somos iguales ni hacemos las mismas cosas”, aclaró.
“Como nací así, no tengo un recuerdo de otra cosa, para mí fue como que era así y nada más. Tal vez cuando era chica cuestioné alguna diferencia con los otros chicos, pero más que nada por cosas que quería hacer y se me complicaban”, dijo.
Acotó: “Mi familia siempre trató de que pudiera hacer de todo, esas diferencias se fueron aceptando”.
Con respecto a las limitaciones dijo que cuando uno “tiene una discapacidad severa existen invariablemente barreras arquitectónicas, de transporte, de estudio”, pero por sobre todo, agregó, “hay ignorancia”.
“Las personas le tienen miedo a lo desconocido, a veces pienso que decretan que a ellas no les va tocar, pero no saben qué será cuando sean viejas. Si lo supieran irían acomodando el mundo para pasarla mejor cuando lo necesiten”, reflexionó.
En 2019, su hermano Lucas, de 23 años, nadador profesional, la invitó a participar del Mendocino de Aguas Abiertas. El joven deportista deseaba que su hermana pudiera conocer los lagos y los paisajes que él conocía y compartir la satisfacción que sentía al nadar. Así se le ocurrió que si la llevaba en una balsa iba a lograr que ella pudiera vivir esa experiencia que terminó con broche de oro. Finalmente, se coronaron campeones.
El viernes, con su flamante título, Ana también se coronó campeona. “Cada etapa que voy cerrando veo todos los logros conseguidos con ganas de seguir adelante, demostrando que se puede, con varias piedras y pozos en el camino, con algunas caídas pero siempre llevo el pecho bien alto para conseguir un sueño. Un sueño que se cumple cada día cuando despierto y veo el sol”, concluyó.