La infección es causada por una bacteria que se transmite por el aire. Según el organismo internacional, hubo 7,5 millones de afectados, la mayor cifra desde 1995. Cuál fue el rol del COVID ante este incremento y cuáles son los próximos pasos para frenar este crecimiento.
Como ocurre con el virus del coronavirus que causa la enfermedad COVID-19, la bacteria de la tuberculosis se transmite de una persona a otra por el aire. Es que el patógeno se libera cuando un paciente con la enfermedad en los pulmones o en la garganta tose, estornuda, habla o canta, y el contagio se produce cuando alguien cerca inhala el germen.
La bacteria se llama Mycobacterium tuberculosis y ha afectado a los seres humanos desde al menos 9.000 años, aunque hoy se puede prevenir y curar. El año pasado, 7,5 millones de personas fueron diagnosticadas con tuberculosis, la cifra más alta registrada desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó el seguimiento mundial de la infección en 1995.
El aumento en la cantidad de casos reportados se debe, según esa agencia sanitaria internacional, a que durante los dos años previos hubo restricciones en el acceso de diagnóstico y en la prestación de servicios por el impacto mundial de la atención hacia los pacientes con el COVID, según explicaron en el informe anual sobre tuberculosis que se publicó en las últimas horas.
A pesar de que se trata de un infección curable, aún siguen ocurriendo fallecimientos. El número total de muertes relacionadas con la tuberculosis (incluidas las de personas con VIH) fue de 1,3 millón en 2022, frente a 1,4 millón en 2021.
India, Indonesia y Filipinas, que en conjunto representaron más del 60% de las reducciones globales en el número de personas recién diagnosticadas con tuberculosis en 2020 y 2021, se recuperaron a niveles superiores a los de 2019 en 2022.
“En América Latina y en el resto del mundo, aumentaron los casos porque se habían dejado de notificar por las interrupciones de la pandemia. El año pasado se empezó a recuperar la situación de las notificaciones”, comentó a Infobae el doctor Domingo Palmero, infectólogo y neumonólogo especializado en tuberculosis y enfermedades micobacterianas, profesor de neumonología de la Universidad de Buenos Aires y jefe de la división neumotisiología del Hospital Muñiz.
“La pandemia influyó porque hubo servicios que atendían a los pacientes con tuberculosis que se cerraron, y las personas también tenían limitaciones para moverse por los confinamientos. Significó también más hacinamiento, menos acceso al sistema de salud, y aumento de los niveles de pobreza, que incrementan la vulnerabilidad ante la enfermedad”, sostuvo Palmero.