Una vez más, como otras 20 veces antes en los últimos 66 años, la Argentina se encuentra negociando un acuerdo de asistencia del Fondo Monetario Internacional, como prestamista de última instancia, ante un nuevo cierre de los mercados de deuda internacional y virtual agotamiento del minúsculo mercado interno de capitales, y la resistencia del Gobierno de presentar desde el primer día un plan económico sustentable que posibilitara refinanciar la deuda de corto plazo con el organismo internacional por parte del precedente en condiciones similar de tasas, pero extendido en el tiempo.
Del cotejo de las magnitudes de la deuda pública de la Argentina en porcentaje del PBI con la del promedio del planeta -según datos del World Economic Outlook del FMI, para 168 países- surge que el tamaño de los compromisos en proporción a la generación de riqueza no es ni ha sido la causa de las repetidas crisis de pago con acreedores del resto del mundo ,-sean fondos institucionales, sean organismos de crédito multilateral-, sino que se encuentra en otros orígenes: la ausencia de planes económicos sustentables en el tiempo que contribuyan a revalorizar la pérdida de crédito de los grandes inversores internacionales, el cual se manifiesta en el índice de Riesgo País que implica una sobretasa de 17% anual en dólares sobre el rendimiento de los bonos del Tesoro de los EEUU, y más de 12% a 15% anual en dólares sobre la que pagan los países vecinos.
En ese tiempo, se registran dos momentos en que el crecimiento promedio anual de la gestión presidencial el salto de la deuda fue de 10 puntos del PBI:
1) el caso más traumático fue en la breve presidencia de Leopoldo Galtieri, cuando la dictadura resolvió encarar la Guerra de Malvinas, en 1982, la que dejó enormes secuelas, y provocó una caída del 3,2% del PBI, luego de un 1981 que había cerrado con una contracción del 5,4%; aunque en dólares corrientes se elevó en unos USD 6.700 millones; y
2) en el gobierno de Cambiemos, al frente de Mauricio Macri, con un salto de USD 89.252 millones, equivalente a 40,7% del PBI en el cuatrienio (sumando los compromisos de la Administración Central con los instrumentos de regulación del Banco Central -Leliq y Pases-), principalmente por el costo que implicó la corrección de los desajustados precios relativos -tipo de cambio, precios congelados y administrados y tarifas- y cerrar el capítulo del default iniciado con la crisis de 2001 con la regularización del saldo del 7% que resistían acordar los holdouts; y el efecto de la cancelación de las operaciones venta de dólares a futuro por parte del Banco Central a fines del segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner a precios muy inferiores a los que regían en los mercados referentes de Wall Street; más la herencia de un abultado déficit fiscal. Creció a un ritmo promedio de USD 22.313 millones por año, récord hasta ese momento.
Esa marca máxima en dólares corrientes, como promedio de los años de gestión, fue quebrada hasta el presente por quien lleva la delantera: el gobierno de Alberto Fernández con USD 34.455 millones (subió en el bienio USD 68.911 millones, de los cuales USD 42.771 millones fueron contraídas por la Administración Central y el equivalente a USD 26.140 millones por el Banco Central, a través de la política infructuosa de absorber pesos del sistema bancario con la colocación de Leliq a 30 días, en su mayor parte, y operaciones de pases con garantía de títulos públicos a menos de 7 días, para contener la escalada del tipo de cambio de pesos por dólar y de esa forma frenar la tasa de inflación.
Las bajas en términos del PBI
En esta serie de datos del último medio siglo de la economía argentina se registraron en tres períodos presidenciales disminución de la deuda en términos del PBI: 1) en la primera gestión de Carlos Menem julio-89/diciembre 1995, con una reducción de 14,3 puntos porcentuales, a una velocidad de 2,2 pp por año; 2) en la administración de Néstor Kirchner, a partir del canje de deuda en cesación de pagos por nuevos bonos en 2005 que le permitió obtener una quita de USD 65.900 millones, y un recorte en términos de PBI de 81% del PBI, a un ritmo medio de 18 pp por año. Sin embargo, si se descuenta ese efecto, la presidencia finalizó con un aumento de la deuda de USD 45.600 millones, equivalente a 18,5% del PBI en el período y 4,6 pp por año; y 3) el primer tramo al frente del Poder Ejecutivo Nacional de Cristina Fernández de Kirchner, con el precio internacional de la soja en máximos históricos, bajó en 15,2% del PBI, equivalente a 3,8 pp por año; aunque en dólares se elevó en 35.940 millones (USD 8.985 millones promedio por año).
Sin embargo, ni las políticas de “saneamiento” transitorio de las finanzas públicas, ni las destinadas a apreciar el peso como ancla inflacionaria y exagerar la magnitud de la generación de riqueza por año equivalente en dólares, las cuales posibilitaron lograr recortes relativos en el tamaño de la deuda pública en términos relativos, fueron suficientes para evitar caer otra vez en crisis de pagos del erario público y deterioro al extremo de la posición de reservas del Banco Central.
Fuente: Infobae.